Como muchos jóvenes de 21 años del Gran Boston, las hermanas gemelas Jhovanie y Johanne están pensando en su futuro. A Jhovanie le gustaría obtener un título de enfermería para cumplir su sueño desde que era niña.
«Cuando mi abuela estaba enferma, la ayudaba y me di cuenta de que eso es lo que realmente me gusta hacer», dice. «Si fuera enfermera, trataría a cada paciente como si fuera mi familia».
Los trabajos de Johanne en centros de cuidado infantil con niños muy pequeños moldearon su deseo de ser trabajadora social y ayudar a niños con discapacidades. Además, es una artista que comparte sus poemas y fotografías en Instagram y TikTok.
Mientras contemplan estas opciones para su futuro, han puesto manos a la obra para vivir de forma independiente. Acaban de firmar un contrato de alquiler de un apartamento en la zona de Boston y de pagar el depósito y el primer y el último mes de alquiler con el dinero ahorrado durante dos años de trabajo a tiempo completo en cuidado infantil (Johanne), hostelería (Jhovanie) y restaurantes (ambas hermanas).
A diferencia de la mayoría de los jóvenes de 21 años que aprenden a vivir por su cuenta con el apoyo de los padres y otros familiares, las principales fuentes de apoyo de Jhovanie y Johanne en esta transición han sido una para la otra, y HopeWell.
«Somos las únicas que realmente nos cuidamos entre nosotras», dijo Jhovanie.
Esta es la realidad de la mayoría de los jóvenes que superan la edad para recibir cuidado de crianza (más de 25.000 en Estados Unidos cada año), como les ocurrió a Johanne y Jhovanie a los 19 años. Estos adolescentes, al no contar con la guía de la familia en el desarrollo de las habilidades necesarias para llevar una vida independiente, a menudo pasan por situaciones de falta de vivienda, desempleo y pobreza. Según un cálculo aproximado del National Foster Youth Institute, la cuarta parte de los jóvenes que estuvieron en cuidado de crianza sufrirán falta de vivienda dentro de los cuatro años siguientes a su salida del sistema de bienestar infantil y serán arrestados dentro de los dos años siguientes. Alrededor de la mitad de los jóvenes emancipados del cuidado de crianza tienen enfermedades crónicas como asma, estrés postraumático, desnutrición y problemas dentales, y la tercera parte no tiene seguro de salud. Menos del 5 % obtendrán una licenciatura.
Johanne y Jhovanie se decidieron a vencer esas ominosas probabilidades aprovechando el programa My First Place™ de HopeWell cuando una trabajadora social les recomendó el programa. My First Place™ es un programa de educación y empleo que ofrece alojamiento y manejo de caso intensivo para ayudar a los jóvenes a desarrollar habilidades y tener una transición exitosa hacia la autosuficiencia.
A Johanne, My First Place™ le hizo sentir que «no estás sin ayuda de nadie, que no estás solo, que tienes ese apoyo». Reconoció que el programa crea un espacio «para hablar de tus problemas», personales o relacionados con el programa, como una incompatibilidad entre compañeros de habitación.
Jhovanie dijo que My First Place™ «me enseñó a ser más independiente» al ayudarle a aprender «a hacer un presupuesto, a ahorrar, a resolver mis problemas de frente». Añadió que la gran ayuda del programa es la razón por la que decidió compartir su historia: «Creo que otras personas podrían estar preguntándose si deberían acudir a My First Place™ y, si leen esto y conocen nuestra historia, van a decir: ‘¿Sabes qué? este es mi lugar'».
Este programa, reconocido a nivel nacional, fue fundado hace casi 20 años por la organización californiana First Place for Youth, que tiene un sólido historial de apoyo a jóvenes que terminan el cuidado de crianza en una época crucial de sus vidas. En el informe de 2021 de First Place for Youth “Raising the Bar: Building system- and provider-level evidence to drive equitable education and employment outcomes for youth in extended foster care” se observó que cada año de apoyo adicional en vivienda, empleo y educación entre los 17 y los 21 años de edad, disminuye en un 41 % las probabilidades de ser arrestado, disminuye en un 28 % las de quedarse sin vivienda o dormir en un sofá y aumenta en un 8 % las de obtener un diploma de escuela secundaria o un GED.
El programa de HopeWell trabaja con cerca de 30 de los más de 900 adultos jóvenes que cada año superan la edad para recibir cuidado de crianza en Massachusetts, dándoles vivienda gratuita en apartamentos compartidos y el apoyo de un defensor de jóvenes, un especialista en educación y empleo y un especialista en vivienda que los guían para identificar, planificar y alcanzar sus objetivos personales a largo plazo en educación, empleo, vivienda y vida saludable.
Johanne y Jhovanie entraron en el programa en 2019, después de pasar dos años en cuidado de crianza. Nacidas en Haití, su madre falleció durante el parto y las hermanas fueron internadas en un orfanato local. Cuando tenían cinco años fueron adoptadas por padres haitianoamericanos que las llevaron a Estados Unidos. A los 16 años, revelaron que su padre adoptivo había abusado de ellas durante muchos años. Entraron en el sistema de cuidado de crianza y permanecieron dos años con una familia. Mantienen una estrecha relación con su antigua madre de crianza temporal, que es «como una segunda madre para nosotras», dijo Jhovanie.
Su madre adoptiva, a la que Johanne y Jhovanie siguieron amando, falleció poco después de que ellas entraran en My First Place™. Jhovanie recordó la rapidez con la que el personal de HopeWell les dio apoyo, cuando llamó a Johanne al trabajo para darle la triste noticia.
«Mi trabajadora social llegó enseguida y nos recogió», dijo Jhovanie. «No quería ir. Sólo quería sentarme en casa y llorar. Pero HopeWell dispuso que algunas personas fueran al funeral a apoyarnos en todo lo necesario».
Durante sus dos años con My First Place™, las hermanas se graduaron en la escuela secundaria y mantuvieron un empleo gracias al cual ahorraron mucho dinero (Johanne, 2.540 dólares y Jhovanie, 3.140 dólares) para pagar el depósito y el primer y el último mes de alquiler de su nuevo apartamento, aunque dijeron que les gustaría haber ahorrado más.
Jhovanie reconoció que, como la mayoría de los adultos jóvenes, al principio se resistió a ahorrar dinero, porque a los 19 años no le preocupaba tanto el futuro como «conseguir ropa nueva y esas cosas». Tampoco apreciaba mucho los consejos de su defensor de jóvenes para que ahorrara más. Sin embargo, a medida que transcurría ese primer año, se dio cuenta de que le convenía ahorrar todo lo que pudiera.
«A medida que fui creciendo me di cuenta de que realmente nadie nos iba a ayudar al terminar este programa, porque no hablo con mi padre, mi madre falleció, así que sólo estamos mi hermana y yo», dijo Jhovanie. «Sentimos algo como, realmente tenemos que lograrlo, asegurarnos de que todo está bien y de que tenemos un rumbo que realmente vamos a seguir».
Aunque Johanne y Jhovanie han desafiado el pronóstico sombrío que enfrentan los jóvenes recién emancipados del cuidado de crianza, saben que quedan retos por delante. Johanne, por ejemplo, es ambivalente en cuanto a la posibilidad de cursar estudios superiores.
«Por momentos quiero hacerlo, pero en otros me parece muy desalentador», dice. «Siento que es más desalentador ahora que realmente no tengo una familia que me apoye. No puedo decir que no tenga un sistema de apoyo en absoluto porque con HopeWell lo tengo. Creo que es más desalentador al no tener tu propia familia que te motive».
Esa es una de las razones por las que las hermanas aceptaron seguir trabajando con el personal de My First Place™ durante un tiempo, incluso después de mudarse a su propio apartamento y dejar de estar al cuidado del Departamento de Niños y Familias (DCF).
«Queremos que tengan éxito y asegurarnos de que se pongan en marcha. Incluso una vez que salen del DCF y el cuidado termina, eso no significa que cerremos la puerta», dijo Beccah Tibert, licenciada en trabajo social (LSW), Directora del Programa My First Place™. «Pueden seguir viniendo siempre que necesiten ayuda para acceder a financiación del DCF o para completar el papeleo de la escuela o de la universidad, aunque no estén al cuidado del DCF».
Saber que hay ayuda disponible de una fuente ajena al sistema estatal de bienestar infantil es una «forma excelente de hacer que una persona se sienta querida», dijo Jhovanie. «Creo que es muy importante contar con esa opción».